Introducción a las Piezas Sueltas

Una guía básica para entender el juego no estructurado

 

Hoy me parece muy necesario, antes de avanzar con el tema de las Piezas Sueltas, hablaros de los ajustes mentales que tenemos que hacer los adultos para poder empezar a jugar con materiales no estructurados en casa.

El plan original era responderos a preguntas básicas que me habéis hecho y nos han ido surgiendo en casa sobre cómo empezar a proponer el juego no estructurado, pero llevo dos semanas escribiendo y dándole vueltas y he llegado a la conclusión de que casi todas las preguntas que me habéis ido haciendo tienen la misma raíz:

 

Los adultos nos hemos olvidado de jugar.

 

Este Post es el 2º del proyecto #piezassueltas que comenzó con la maravillosa Teoría de Piezas Sueltas de Simon Nicholson (que os he traducido del original en inglés) y que es la base de todo esto de lo que os voy a hablar hoy y en próximos capítulos. Leedla si aún no lo habéis hecho!!

Sé que estáis deseando que os llene el blog de más fotos fantásticas de juegos, materiales, cosas que os inspiren y podáis reproducir en casa, provocaciones e invitaciones, listas interminables de Piezas Sueltas para coleccionar… y yo tengo muchísimas ganas de llegar a todo eso, PERO creo que es de vital importancia que entendáis primero que el juego no estructurado es todo un proceso de DESAPRENDER (nosotros), para poder ponernos al mismo nivel que nuestros peques. No obstante, os dejo algunas de las geniales fotografías de Mercedes Herrán que hemos sacado para el proyecto.

 

 

Nos adentramos en lo desconocido…

 

Somos muchos los que ante la denominación «Piezas Sueltas» tan libre, tan abstracta, tan abierta, nos abrumamos. Es muy fácil simplificarlo casi sin pensar en «bahhh, eso de las piezas sueltas son piedras, conchas, rollos de cartón y taponcitos». Pero como habréis leído en la Teoría es un tema infinitamente más amplio. TAN amplio como nuestras mentes puedan abarcar, de hecho. Y es normal no saber ni por dónde empezar cuando se ve tanto por hacer de golpe.

Y entonces surgen miles de preguntas… ¿qué son exactamente las Piezas Sueltas? ¿dónde se consiguen? ¿sirve todo? ¿cómo empiezo? ¿qué cosas y en qué cantidad ofrezco? ¿cómo los preparo? ¿dónde lo hago? ¿cómo lo hago si no me puedo permitir los materiales tan estupendos que nos enseñas tú aquí? ¿cuánto dinero hay que invertir? ¿cuanto espacio hace falta? ¿qué hay que esperar de una sesión de juego? ¿cómo se guía al niño en este tipo de juego? ¿cómo va a gustarle a los niños si no lleva pantallas, botones o dibujos de Peppa Pig? ¿cuánto dura cada sesión?

Y si ya os habéis lanzado a experimentar, os surgen otras miles, del tipo: ¿cómo sé cuando ha terminado? ¿cómo coloco las cosas? ¿por qué no juegan como había previsto? ¿por qué no les hace ni caso? ¿por qué tira todo y no juega? ¿por qué acaba siempre haciendo toboganes/circuitos/casitas con todo lo que le pongo? ¿por qué me he metido en esto con lo bien preparados que vienen los juguetes de «paquete»? ¿por qué me dejo convencer por Mamá Extraterrestre de que me llenéis la casa de trastos?

 

¿¿¿¿POR QUUUEEeeeeeeEEÉÉÉEE!!!!!????

 

Y es que la mayoría de nosotros (no todos, que nadie se sienta ofendido) hemos sido educados desde una actitud completamente cerrada y controladora hacia el juego.

 

¿Qué es jugar?

 

¿Os acordáis de jugar aún? ¿Jugáis en vuestra vida, con otros adultos, en vuestro trabajo, con los niños?

Y… ¿a los niños… les gusta jugar con vosotros?

No os lo pregunto por casualidad, es que éste es un tema CLAVE para empezar a trabajar con éxito con las Piezas Sueltas y el juego no estructurado.

 

introducción piezas sueltas y juego no estructurado mama extraterrestre mercedes herrar

 

Socialmente, jugar parece tener una connotación negativa, de actividad trivial sin importancia, ligera, sin concentración, propia de niños (niños, esos seres débiles y dependientes de adultos que no saben nada de la vida). Pero la neurociencia nos está desvelando secretos que ni nos imaginábamos. Resulta que el estado de flow que se genera en el juego como uno de los estados más receptivos y activos de nuestro cerebro, donde sucede el aprendizaje real (y no la memorización y reproducción de patrones que nos enseñan en las escuelas) y la alta creatividad. Pero de este tema ya os hablé mucho aquí, así que voy a seguir adelante.

 

Según Peter Gray (abajo os hablo más de él), el juego reúne estas 5 característíicas:

 

1· El juego es de libre elección y es auto-dirigido

 

2· El juego es una actividad donde los medios son más importantes que el resultado final. Está motivada intrínsecamente.

 

3· El juego está guiado por las reglas mentales de los jugadores. Tiene una estructura que emana de las necesidades de cada jugador, pero no es dictada desde el exterior. El juego es la más democrática de todas las actividades. La libertad última del jugador es la de dejar de jugar.

 

4· El juego es imaginativo, no literal, está de alguna forma desplazado de lo «real» o «serio» de la vida.

 

5· Jugar implica un estado mental activo, de alerta pero sin stress. Un estado de flow.

 

 

Según Einstein:

 

«El juego es la forma más elevada de la investigación»

 

Y según un niño de 46 años cuya profesión es «jugar», André Stern (el hijo que  de Arno Stern):

 

«Todos los niños juegan, sean cuales sean las condiciones a su alrededor. Haya guerra, miseria, hambre o abundancia, nuestros niños juegan. Se agarran a la más mínima ocasión de jugar que tienen a su alcance.

 

¿Qué es lo primero que hace un niño cuando le dejamos tranquilo? ¡Jugar! Todos lo sabemos sin tener casi ni que pensarlo. Y si no le interrumpiéramos… ¡el niño jugaría siempre!

 

Es tan evidente que, inevitablemente, la pregunta que se plantea es: ¿por qué interrumpimos siempre al niño cuando juega?»

 

Si queréis saber más, os tengo que recomendar estos dos libros ALUCINANTES (de íah salen los fragmentos de arriba). Son un antes y un después en entender la importancia de crear las condiciones que permitan a nuestros peques calidad de juego:

 

La más alta tecnologia del aprendizaje es innata!!!

 

Jugar es la forma natural que tiene el ser humano de aprender y ejercitar todas las habilidades y conocimientos que necesita para sobrevivir. Es un ritual sagrado que hay que venerar, respetar y proteger.

La magia del juego libre y no estructurado es que es una actividad altamente interdisciplinar. Los niños aún no tienen la mente tan compartimentada que tenemos nosotros, son divergentes naturalmente, por lo que, si se les deja, mezclan todo y lo hacen con una naturalidad impresionante. Siguen su motor interno de curiosidad y asombro combinando elementos que para nosotros serían incoherentes y buscándoles las vueltas.

Este proceso, a la larga, tiene que ver con la forma natural en la que se equilibran los hemisferios del cerebro. Nuestra sociedad tan racional y mecánica atrofia el lado derecho (el creativo, el empático) y el intercambio de información entre ambos de forma permanente. No hace falta que os comente el daño que hacen las pantallas y la «cultura de lo instantáneo y sin esfuerzo» a todo esto… Claro, lo interesante de verdad sería, no solamente evitar que esto se perdiera, sino poner los medios (o mejor dicho, reducir las distracciones y allanar el terreno) para que se desarrollara de forma orgánica.

 

 

 

 

«Jugar con fuego»

Además, el juego libre de calidad tiene un factor «riesgo» que lo hace irresistible… esta atracción magnética al peligro es absolutamente instintiva y necesaria para nuestro desarrollo de habilidades de supervivencia como especie. Cualquier cachorrillo juega desde bien pequeño a luchar, perseguir y atacar, ¿verdad? Está aprendiendo a evaluar los riesgos-beneficios. Tiene que lastimarse moderadamente, tiene que pasar miedo, tiene que experimentar de primera mano y conocer cómo funcionan sus mecanismos en modo-supervivencia, sus reflejos, sus fuerzas y medirlos junto con los de la manada. Así, si alguna vez su vida está en peligro y los necesita, sabe perfectamente cómo funcionan.

Seguro que estáis pensando que no hace mucho nos criábamos así, jugando en la naturaleza (o en las calles!) y no había tantas normas de seguridad, ni tantos miedos. Íbamos en pandillas de edades mixtas sin adultos, aprendíamos y experimentábamos sin supervisión, nos inventábamos los juegos y buscábamos los elementos de juego por ahí. Era mágico hacer cabañas secretas, recolectar frutos diferentes para hacer un mercadito o crear trincheras con cualquier cosa para una batalla con globos de agua. No había tanta desconfianza en nuestras capacidades y todos sabíamos lo que era peligroso por el «boca a boca» de los niños del barrio. Más de una vez volvías sangrando a casa porque te habías caído de la bici, o llena de barro hasta las orejas, o veías cómo alguien se clavaba un clavo oxidado recogiendo tablones de una obra para jugar… y eran cosas normales.

 

 

La llave maestra

Resulta que las Piezas Sueltas o materiales de juego no estructurados son el camino de vuelta a esa parte esencial del juego libre y experiencial que hemos perdido. Entre tantos intereses comerciales, tanto lavado de cerebro consumista, tanta «necesidad» impuesta desde fuera a las masas es muy fácil perderse; es muy fácil sentirse excluído de la manada por no tener juguetes de Patrulla Canina ni la última videoconsola.

En el próximo Post os hablo sobre los diferentes niveles del juego de Piezas Sueltas para que entendáis que este principio se puede aplicar en casi cualquier lugar y circunstancia, dentro y fuera, grande y pequeño.

También os tengo que advertir que el juego no estructurado NO ES una formula mágica para que los niños se entretengan solos y dejen de molestar, es todo lo contrario. Es una forma de acercarte a ellos desde tu niño interno, de reconectar de nuevo con tu esencia y recordar lo que has venido a hacer a esta vida. El juego lo es todo… La vida es un juego!

 

 

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Por eso, es súper importante lo que sucede en casa, cómo jugamos en familia, la atención que se le da al juego y a los materiales que se ofrecen. Las Piezas Sueltas son una filosofía de juego enfocado a toda la familia, muy adaptable a nuestras vidas urbanas y de poco contacto con la naturaleza y mucho más rico si puede suceder al aire libre. Por ende, al cubrir varias necesidades esenciales del niño, se eleva sobre el resto de opciones «comerciales» sin esfuerzo aparente, aunque detrás haya un trabajo interno muy gordo de los padres (y personas que estén con niños) para desaprender, recordar, acompañar y observar. Y este trabajo nuestro comienza dándonos cuenta de esto:

 

Los depredadores del juego

 

Cuando era pequeña, desde que recuerdo, siempre aparecía algún adulto mientras jugaba dispuesto a decirme (sin que nadie le preguntara) cómo había que jugar y lo que hacía «mal«, o que dejaran de jugar porque había que hacer otra cosa más importante.  Me acuerdo perfectamente de cómo los niños huíamos de los mayores como de la peste… sobre todo si queríamos hacer algo divertido. Parece ser algo de la edad, ponerse a comentar la jugada desde la superioridad moral y poner límites que la gran parte de las veces son completamente innecesarios.

A ver si algo de ésto os suena:

 

«¡¡¡Nooo!!!! Ésto NO sirve para esto, es un tal y se usa para cual»

 

«Eso no es para niños»

 

«En la cocinita no se mete barro ni plastilina ni comida real»

 

«No tengo tiempo de jugar contigo»

 

«Deja de jugar ya que hay que irse»

 

«Eso no es para subirse»

 

«Cuidado!! que te vas a caer – lo vas a romper – lo vas a manchar»

 

«¡Deja ya de jugar con todo!»

 

Seguro que alguna habréis dicho… Y ojo: muchas veces tendréis razón, porque hay que poner límites, pero muchas otras es probable que estéis frenando un proceso creativo natural del niño por una chorrada. Y claro, si uno les corta el rollo sistemáticamente, es probable que la magia deje progresivamente de surgir de forma espontánea. Hasta que llegamos a adultos y no somos capaces de inventar nada porque tenemos el «músculo creativo» seco como una pasa.

 

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El control, el miedo y el juicio

 

Me he fijado en que la mayoría de las veces que se corta el rollo en el juego (tanto en niños como en adultos) es por una de estas 3 actitudes depredadoras. Pueden suceder tanto dentro de nuestras cabezas como venir desde una persona de fuera:

 

· EL CONTROL enfermizo sobre cómo queremos que sea el juego y el OBJETIVO al que queremos llegar mediante él (especial atención los fans de proponer actividades sistemáticamente!), olvidándonos de disfrutar el proceso. También me refiero a control respecto al TIEMPO y el CAOS, la desestructura y el desorden. Intentamos hacer tantas cosas que al final no hacemos nada, siempre vamos corriendo y el juego necesita tiempo y espacio para ser de calidad. Por otra parte, el desorden (a mi me gusta verlo como entropía) es absolutamente necesario para que surjan varios procesos, entre ellos la necesidad de orden y el sentido de armonía, lo que Malaguzzi llama «la vibración estética». Otra vertiente del control es cuando las cosas no salen exactamente como queremos, nos FRUSTRAMOS y tiramos la toalla porque no somos capaces de lidiar con esa sensación.

· EL MIEDO, que no nos deja CONFIAR en las habilidades innatas del niño (o las nuestras propias), y a su vez bloquea que se desarrollen. También está ahí en su forma de VERGÜENZA, especialmente para los adultos que juegan, por el miedo al «qué dirán» si uno se suelta y empieza a comportarse como un crío. Además tenemos terror a mostrarnos VULNERABLES delante de los demás según vamos creciendo, como si jugar nos hiciera débiles (cuando de hecho es todo lo contrario…). El miedo a lo desconocido, a salir de la ZONA DE CONFORT, a dejar salir partes de nosotros que no conocemos… Dicen que el miedo es la energía más densa que existe porque paraliza todo lo demás…

· EL JUICIO sucede muchas veces por ignorancia, otras veces por miedo mismo y otras por querer controlar lo que hacen los demás y ponernos por encima. Es una herramienta que desgraciadamente, aprendemos desde muy pequeños para ayudarnos a reforzar desde la imagen externa lo que debería estar reforzado desde dentro (y no lo está). El juicio dice más del que juzga del que es juzgado… Tanto en la forma de pensamiento interno AUTODESTRUCTIVO (los que suelen ser más violentos y despiadados) como de CRÍTICA externa, juzgar nos empequeñece y nos deja sin fuerzas ni ánimo para sacar lo que llevamos dentro. La mayoría de personas exitosas tienen en común que un día decidieron que no les iba a importar una mierda lo que pensaran los demás de ellos. En el fondo, se estaban dando permiso para jugar; jugar a ser lo que les diera la gana.

 

Como veis, los tres depredadores tienen nombres distintos pero están muy enlazados. Para verlos en acción basta con echar un vistazo alrededor, probad por ejemplo cuando estéis en el parque. O mejor aún: observaros a vosotros mismos cuando jugáis con los peques…

 

 

El papel del adulto en el juego no estructurado:

 

1. Recuerda cómo Jugar

 

Aparte de los materiales que se ofrecen, que son nuestra responsabilidad durante un tiempo, me parece absolutamente esencial cómo se comporta el adulto. Hay que implicarse y jugar con los niños, sin filtros, divertirse de verdad y olvidarse del tiempo que pasa mientras estamos ahí. Muchas veces, jugar juntos no significa estar ahí encima controlando, sino sentarse en el mismo espacio a hacer tu «burbujita de juego feliz» como te salga, mientras tu peque está al otro lado haciendo la suya. Juntos pero no revueltos. Ahí estás creando una energía de apertura conexión y sirves de modelo sin darte cuenta. Quizás se para y se pone a mirar lo que haces o quizás no te hace ni caso (o te está mirando de reojo mientras no te das cuenta)… O quizás está esperando que acabes y te vayas para acercarse a jugar con/destrozar lo que acabas de hacer. Todo sirve! Deja que suceda, lo importante es que estás ahí.

Los niños, están deseando jugar con nosotros porque aprenden un montón y crean lazos más fuertes. Enseguida os vais a dar cuenta de si vuestra actitud es la correcta, dependiendo de si ellos os buscan para jugar u os rechazan. Y esto es una señal infalible:

 

¿A los peques les gusta jugar contigo?

 

Y es que… si nunca encontramos momento para jugar porque lo vemos como una pérdida de tiempo, si no nos permitimos soltar todas nuestras creencias, personajes, reglas y limitaciones para tirarnos al suelo como cuando éramos pequeños e inventarnos universos sobre la marcha, convertirnos en iguales olvidándonos de nuestra edad y jerarquía familiar, relajándonos del todo, es que ya no nos acordamos de jugar.

Como os decía hace un rato, el juego da prioridad al proceso sobre el resultado, al proceso de «pasárselo bien». ¿Cuántos procesos de tu vida disfrutas por encima del fin? ¿Sigues disfrutando de tu trabajo? ¿Sigues pillándote infraganti jugando con un trozo de pan o un tapón? ¿Te tomas tiempo para crear? ¿Te das permiso para vivir en el presente y ver las oportunidades de juego que hay a tu alrededor?

 

2. Acompaña y provee

 

Y aparte de nuestra actitud cuando jugamos, está el arte de estar sin estar cuando no participamos en el juego porque estamos haciendo otras cosas. El observar sin entrometerse, ofrecer lo justamente necesario, anticipándose al proceso que está haciendo el niño pero sin restringirlo o condicionarlo…

Hay estudios (enfocados principalmente en los deportes de competición) que nos sirven para arrojar luz a lo que sucede entre el juego y el observador. Se ha demostrado que mientras uno está en proceso de aprendizaje y experimentación de una técnica, la mirada ajena hace que los resultados empeoren, hay nervios, miedo al error, al juicio ajeno. Una vez esta técnica está dominada, la mirada del espectador externo en vez de hacernos pequeñitos, ayuda a que nos crezcamos y los resultados sean aún mejores que los que obteníamos solos.

¿Os ha pasado? Yo como músico os puedo decir que es completamente cierto, odio que me observen mientras practico algo que no me sale porque me pongo nerviosa y no doy pie con bola, pero cuando estoy en «modo concierto» el tener público ayuda a que el nivel de concentración se incremente y entre en estado de flow.

¿Os habéis dado cuenta cuando un niño entra en silencio y concentración absolutas probando o jugando con «algo»? Y ¿Os habéis dado cuenta que cuando consigue lo que estaba intentando, lo primero que hace es venir corriendo, orgulloso, a mostrárnoslo? Ahí tenéis dos momentos sagrados del juego.

Entonces… LA PRESENCIA. El estar ahí  sin molestar. Pero conectado. Acompañando los procesos desde la distancia cuando ellos la necesitan, desde la cercanía cuando la piden. No es aplaudir sino de reforzar y reconocer su inconmensurable alegría de «lo he conseguido! yo solit@!!!» Esta presencia es además la capacidad de percibir en qué momento esta el niño y QUÉ le puede hacer falta para abrir sus posiblidades de juego (para profundizar en la habilidad que está trabajando, para añadir un estímulo que prolongue esa sesión de juego). Es decir, poner todo nuestro conocimiento, de forma desinteresada y libre de expectativas, al servicio del niño. No os agobiéis que esto, para nosotros, también es un proceso de aprendizaje. Parece fácil pero es todo un arte…

 

Los «Guardianes del Juego»

 

Investigando sobre el acercamiento a las Piezas Sueltas que hacen en Reino Unido (en el próximo Post os cuento más) he descubierto esta figura del Playworker, que encaja perfectamente con lo que os acabo de explicar. Esta persona se dedica profesionalmente a crear las circunstancias y preparar los espacios para convertirlos en lugares de oportunidad, imaginación y pertenencia. Para la mayoría de los niños de todo el mundo, el comprarles objetos (el «hardware», la parte más física) no es suficiente. Las mejores oportunidades de juego están creadas por personas, lo que sería el equivalente al «software» del juego.

Estas personas están especializadas, además, en presentar las preguntas adecuadas para que estos niños piensen por sí mismos, ayudar a resolver conflictos de forma pacífica y mantener el juego vivo.

No me digáis que no es una maravilla que empiecen a existir profesiones así de inspiradoras

 

Y para terminar, os dejo con un ejercicio que resume todo lo que os cuento y os puede ayudar a recordar. Os recomiendo hacerlo por primera vez solos, sin que nadie os moleste.

 

Un ejercicio para reconectar con tu niño interno

 

Elige un momento tranquilo cuando nadie te vaya a interrumpir. Busca un lugar amplio y despejado de tu casa, donde te sientas protegido: encuentra TU superficie de juego. Puedes también salir y hacer todo esto al aire libre. Pon tu música favorita. Deja que tu niño interno te guíe. Dale el tiempo y el espacio para que salga. Mírate a un espejo, visualízate con cinco años, recuerda cómo te sentías jugando y date permiso para jugar a lo que quieras ahora. Vete a buscar «Piezas Sueltas» por la casa o la naturaleza, déjate atraer por los objetos que necesitas encontrar. Recolecta tanto como creas necesario (como si solamente te dedicas a recolectar…). Déjate llevar. Observa, coloca, descoloca, búscales las vueltas a las piezas que has elegido. No mires el reloj, haz como si tuvieras todo el tiempo del mundo. 

En algún momento notarás que empiezas a «entrar» en el juego, a fluir: 

ÉSA ES LA SENSACIÓN QUE TIENES QUE ATRAPAR Y RECORDAR.

Ésa es la sensación que te coloca en el mismo lugar en el que están los niños.

 

 

introducción a las piezas sueltas y al juego no estructurado mama extraterrestre mercedes herrán

 

 

Espero haberos ayudado a recordar un poquito 🙂

Enseguida estoy de vuelta contandoos más cosas de las Piezas Sueltas!!!

 

4 Respuestas

  1. Muchísimas gracias por compartir esto! Me está atrapando y espero poder enganchar a mis compañeras de la escuela. Quiero más! 🙂
    Gracias!

  2. Wow…que post tan trabajado, con que cariño y que util me esta siendo!! GRACIAS
    Me viene genial para dar forma con conocimiento e impulsar algo que estoy haciendo con mi peque de 15 meses de forma intuitiva: «dejarle trastear»
    Dejo que abra cajones, coja cositas, pongo aposta materiales que le pueden hacer gracia…no siempre con la aprobacion del entorno que lo ven a veces «libertinaje» cuando yo solo veo a mi peque explorando el mundo, un mundo lleno de piezas sueltas.
    Deseando leer el proximo post, cada vez todo mas practico y con mucho sentido para mi estilo de crianza.
    De nuevo, gracias por compartirlo.

  3. Qué preciosa y emocionante introducción… Me dejas una gran tarea, volver a mover el músculo del juego… Por nosotros y por los peques.

  4. Me encanta, es super interesante y me viene genial para prepararme para lo que viene con mi pequeña de 13 meses. Muchas gracias por descubrirnos el mundo de las piezas sueltas.

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